La tercera comparsa de esta saga, El Rinconcito de los Milagros, nace
a partir de las bonitas sensaciones de nuestro queridísimo “Capitán Babucha”,
que dejó el pabellón bastante alto en cuanto a aceptación y justo resultado en
el concurso.
Tan buenas sensaciones dejó que, en cierto modo, me sentí tentado a
caminar por terrenos similares al año siguiente; así me lo decían algunos, que
tras “El Capitán” esperaban una continuidad del estilo cómico de esta comparsa,
y me retaban a que encontrara otro personaje con el mismo encanto.
Pero me negué en rotundo. Temí encasillarme en una fórmula que
funcionó, pero que no representaba exactamente el tipo de comparsa en el que me
siento a gusto. No quería tener que pensar en ideas en las que un personaje
central llevara más protagonismo que el resto del grupo, cuando yo suelo
intentar todo lo contrario. Tampoco creo que la comicidad sea mi fuerte, y la
frescura y alegría en escena no tiene por qué ser cómica.
De esta forma, nace el Rinconcito como una apuesta por la alegría y la
elegancia, por la melodía y la musicalidad. Una azotea donde unos músicos de
instrumentos reciclados representan una metáfora del funcionamiento de una
ciudad, de un pueblo, en el que sus gentes son capaces, mediante el ingenio y
la vitalidad, de hacer arte a partir de la miseria, de renacer de sus cenizas,
de resucitar de entre los muertos… De hacer milagros, en definitiva.
"El Rinconcito de los Milagros", 2017 Foto: Javi Caravaca |
En el pasodoble de medida, objeto de este artículo, se vuelve a
utilizar de forma aproximada la formulación clásica del pasodoble de
presentación descrita ya en la anterior entrada, pero dando mayor extensión al
piropo a la ciudad. En este piropo, como milagros, hay hasta trece metáforas de
elementos de la ciudad que se “transforman” poéticamente en otras cosas.
También se puede comprobar la referencia a dos autores que me han
dejado huella. Cuando parí este pasodoble, dentro del contexto de musicalidad
que necesitaba esta comparsa, me di cuenta de que me había salido bastante
“abustelado”, como se dice en el argot, y así me lo comentaron los que primero
lo escucharon. Ciertamente, creo que José Luis Bustelo es, hoy por hoy, una
referencia ineludible para cualquier autor de música de mi generación que
pretenda desarrollar buenas melodías. Uno de los cúlmenes de su obra, al menos
a mí me lo parece, es el pasodoble “Qué bonita es Cádiz por la tarde” de lacomparsa “Los Acuarelas” (2005). Creí justo reconocer su influencia musical
haciendo un merecido homenaje a este inmenso pasodoble en el trío del mío.
La otra referencia es al poeta entre poetas, Paco Alba, y a la famosa
quilla de su barca, que apareció por primera vez (creo no equivocarme) en el
pasodoble de la chirigota “Los Julianes” (1958).
El pasodoble de medida de “El Rinconcito” ha sido el único en estos
cuatro años que se ha cantado en el Concurso. Como corresponde, siendo el
primero del primer pase. Aquí el vídeo del pasodoble en el Falla, y a
continuación la letra. Te invito, querido lector, a que descubras los trece
milagros que comentábamos antes:
Otra vez me he atrevío a cantarte,
tacita de plata.
Otra vez un piropo en el aire,
otros carnavales,
otras ganas de soñar.
Y acógeme esta coplilla
que nació sencilla
en la barbería
y que un barco de babuchas
rescató del alta mar.
Y me asombra tu obra de arte,
tacita de plata,
porque de la nada
cada cosa cambia,
se vuelve especial:
Las gaviotas como barquitos,
orillitas son tus piedras,
fue un abrazo la marea
que inventara la Caleta
en la entrada de un canal.
Y a media tarde…
como dijo aquel poeta,
cuando el rubio da de mano
y va llamando a sus estrellas,
y el cielo se va tornando,
hay un pincel que pinta casas…
de acuarelas!
Y a media tarde,
¡qué maravilla!
se guiñan dos catedrales,
y una barca con su quilla
dice al mundo
que el caballo no necesita.
Y tiembla con los compases
de un gitano nazareno,
hormiguitas de pasión
recorren Cádiz desde el cielo.
Y una torre es un vigía,
y un barco es un balneario,
casapuertas son garitas,
cañones que son esquinas,
castillos como escenarios...
¡a ver quién dice,
a ver quién dice,
que mi Cai no es un milagro!
tacita de plata.
Otra vez un piropo en el aire,
otros carnavales,
otras ganas de soñar.
Y acógeme esta coplilla
que nació sencilla
en la barbería
y que un barco de babuchas
rescató del alta mar.
Y me asombra tu obra de arte,
tacita de plata,
porque de la nada
cada cosa cambia,
se vuelve especial:
Las gaviotas como barquitos,
orillitas son tus piedras,
fue un abrazo la marea
que inventara la Caleta
en la entrada de un canal.
Y a media tarde…
como dijo aquel poeta,
cuando el rubio da de mano
y va llamando a sus estrellas,
y el cielo se va tornando,
hay un pincel que pinta casas…
de acuarelas!
Y a media tarde,
¡qué maravilla!
se guiñan dos catedrales,
y una barca con su quilla
dice al mundo
que el caballo no necesita.
Y tiembla con los compases
de un gitano nazareno,
hormiguitas de pasión
recorren Cádiz desde el cielo.
Y una torre es un vigía,
y un barco es un balneario,
casapuertas son garitas,
cañones que son esquinas,
castillos como escenarios...
¡a ver quién dice,
a ver quién dice,
que mi Cai no es un milagro!