martes, 30 de marzo de 2010

Yo conozco una señora - Los Tristealegres (2004)

Dicen de los gitanos que no quieren comienzos buenos para sus hijos. Pues se nota que de gitano tengo poquito, porque mi primer año en el mundo de la comparsa no pudo ser mejor. Con un grupazo consagrado, un autor de música como pocos, que me apreciaba y valoraba tanto como para convencerlos de que merecía la pena apostar por mí... Una suerte muy grande la que tuve y a la vez una inmensa responsabilidad: devolver tanta confianza en forma de un repertorio que estuviese a la altura.

La historia de este pasodoble es bonita. Yo tenía muy claro, desde que empezamos a montar la comparsa, que el primer pasodoble iba a dedicárselo a mi madre. Varios años de sufrimientos, operaciones, enfermedades... además de su propia historia personal, de auténtica mujer luchadora, merecían no un pasodoble, sino un repertorio entero. Como muchas otras mujeres quizá; pero claro, mi madre es mía, y a ella le debía y le debo el mayor de los reconocimientos y cariños.

También tenía claro que, dadas las circunstancias, la primera letra tenía que ser una letra de las que no ofrecen dudas. Con el primer borrador que hice se la enseñé a Galleguito. Amigo incondicional hoy en día, por entonces un recién conocido, con el que simplemente había conversado un par de veces, eso sí, de manera muy intensa, como todo lo que hace él. Lo hice porque quería asegurarme de que la primera letra iba a gustar, al grupo y sobre todo a José Martínez.

Galleguito leyó la letra y me dijo: "Tá mu bonita, Fran. Mu bien escrita. Pero... dale un poco más de vueltas. Esta letra está escrita para TU madre, y eso está mu bien, pero tienes que hacerla para que cualquiera que la escuche, pueda pensar en SU madre".

Efectivamente, aquel primer borrador contenía pasajes demasiado específicos de la historia de mi madre. Así que decidí hacerle caso; le di vueltas a las palabras, mantuve todo el corazón y la intención, así como la idea, pero prácticamente escribí un pasodoble nuevo. Como era lógico, se lo volví a mostrar. "Ahora sí", me dijo, y ya más confiado lo llevé al grupo, compartiéndolo previamente, como es normal, con José Martínez y Pacoli, a los que también les gustó mucho.

La acogida en el grupo fue excepcional. Supongo que ellos también estarían algo inquietos por lo que un completo desconocido como yo les iba a llevar, y al escuchar el pasodoble dieron muestras de satisfacción, y me felicitaron todos.

Esa noche me fui para mi casa que me salía; por encima de todo, muy orgulloso de que mi madre pudiera tener su letra y su grupo que se la cantara, y cómo no, con el coco hirviendo de nuevas ideas para las siguientes letras.

El pasodoble está dedicado a mi madre, y a cualquiera de las de ustedes, por supuesto. Pero el artículo quiero dedicárselo a mi buen amigo Geni (un auténtico genio de la música), que desde su plácido exilio en tierras murcianas sigue viviendo el carnaval intensamente, y sigue acordándose de mí y de esta letra, que sé que le gusta un montón. ¡Muchos besos para él!

(Vídeo de la actuación en Los Pabellones. El pasodoble, en el minuto 2:30)



Yo conozco una señora,
llena de gracia, sufrimientos y quereres.
Hembra santa y luchadora,
es bendita entre todas las mujeres.
La ternura de una niña,
el saber de la experiencia,
no habrá nadie que te diga
las verdades de la vida
como ella te las cuenta.
Si vienen vendavales
se convierte en roca dura,
se llena de valor
como Agustina de Aragón,
tiene en su pecho una armadura;
y el corazón más grande
que Teresa de Calcuta.
Es Juana de Arco,
su indestructible fe mueve montañas.
Habla a su Dios cada día,
le cuenta su vida,
pero si alguien toca a sus hijos
se viste de guerra y hasta mataría.
Revolucionaria
como Mariana Pineda,
pasó más condenas
que La Pasionaria.
Ay, mi viejecita,
no hay quien te supere,
porque eres la más bendita,
bendita entre las mujeres.

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